sábado, 12 de septiembre de 2015

¿PUEDE INDICARME EL CAMINO A INNISFREE?

https://youtu.be/SJWlTSyXtE8

Junto a la abadía de Cong
Son muchas las maneras de llegar a Innisfree. Tras llegar a Irlanda puedes alquilar un coche y recorrer la isla por tu cuenta, puedes ponerte en manos de agencias de viajes que te propondrán un circuito encargándose de tu vuelo, hoteles, excursiones para recorrer la isla..., puedes contratar el vuelo, moverte en tren o autobús hasta diferentes localidades base (Dubín, Killarney, Galway...), en las que agencias locales te ofrecen tours, generalmente de un día, para conocer las diferentes zonas del país... Yo consulté las siguientes páginas para conocer distintas posibilidades de viaje:


Circuitos desde España:
http://www.logitravel.com/circuitos/irlanda-esencial-15970482.html
http://www.catai.es/destinos/viajes/irlanda.html

Tours desde Dublín:
http://irlandaenespanol.com/
http://www.newdublintours.com/es/tours-diarios/tour-gratis.html
http://www.movetodublin.com/ireland-day-tours/index.html
http://www.extremeireland.ie/

Desde Galway:
http://www.healytours.ie/
http://derostours.com/new/

Transportes públicos:
http://www.citylink.ie/
http://www.gobus.ie/
http://www.buseireann.ie/
http://www.irishrail.ie/

Pat Cohan´s Bar, uno de los escenarios de El hombre tranquilo
Disponíamos de poco tiempo. Queríamos conocer la isla pero nos centramos en Dublín, la Costa Oeste y en el Norte, La Calzada del Gigante. Desechamos la idea de alquilar un coche con el que conducir por el lado izquierdo de las estrechas carreteras de la costa, sin arcén y con un clima lluvioso. Necesitabamos descansar y eliminamos este posible factor de estrés. Optamos por una solución intermedia. Gestionamos nuestro viaje, visitamos Dublín por nuestra cuenta y nos pusimos en manos de la compañía Irlanda en español que nos ofrecía la posibilidad de hacer un tour de cuatro días recorriendo la Costa  Oeste desde Cobh hasta el fiordo de Killary, barrera natural entre el Condado de Galway y el Condado de Mayo, de camino hacia Cong, el InNisfree de "El hombre tranquilo", última visita de este tour. 

En la Península de Dingle, escenario de "La hija de Ryan"


Como Sean Thorton-John Wayne he regresado a Innisfree. Regreso físicamente. Durante dos meses he estado ya allí, a través de múltiples películas sobre Irlanda y su compleja historia, sus problemas sociales actuales, o en las que sus paisajes han servido de escenario a otras historias. Si este blog es un arma contra el olvido, celebro en este caso mi desmemoria, al volver a disfrutar como la primera vez, o incluso más, de "La hija de Ryan", "Mi pie izquierdo", "En el nombre del padre", "Barry Lyndon"...y tantas como he podido ver gracias a los fondos de la Biblioteca Pública.



Durante dos meses he estado ya allí a través de la literatura, y de entre todo lo leído, quiero destacar como recomendación a quien pueda interesarle, no solo por la historia de Irlanda, sino por la literatura en sí misma,  la obra de Jamie O´Neill titulada "Nadan dos chicos", una historia de amor, amistad, que refleja la sociedad y el conflicto histórico en torno al levantamiento de Pascua en 1916, magnificamente escrita y estructurada, uno de los libros que más me han gustado en tiempo.

Cobh

La ventana panorámica del autobús es una gran pantalla y, sentados en primera fila, se suceden los paisajes de una película más en la que falta la acción. Durante el primer día vamos haciendo diferentes paradas de camino a Cobh y a Glengarriff desde donde un barco nos permite acercarnos a la isla de Garinish y sus jardines, en la Bahía de Bantry.



En la isla jardin de Garinish

 
Lagos de Killarney desde Ladies View. (Anillo de Kerry)
El segundo día recorremos parte del anillo de Kerry y el anillo de Dingle, escenario de "La hija de Ryan". En las diferentes paradas disparo la cámara con rapidez intentando capturar gran cantidad de imágenes que compensen cuantas han ido quedando atrás y no he podido llevarme, pues en este viaje no está en mí el decidir cuándo  y dónde parar. Ingenuamente, y como si no tuviera experiencia anterior, creo que el resultado de la foto reflejará la grandiosidad de estos valles y costas, de tantos escenarios como iremos viendo a lo largo del viaje. El resultado visto en el ordenador es plano, impotente frente a la visión total del Gran Paisaje, abierto, amplio, profundo, donde no existen los cielos quemados, los fuertes contrastes de luces y sombras forman parte de la belleza, no hay necesidad de recortar aquello que no encaje en el encuadre perfecto, donde los compañeros de viaje forman parte de esas escenas que con un arreglo aquí y otro allá, una musiquilla de enlace y fondo se convertirán en un montaje "mono".

En esta segunda jornada paramos en Dingle con tiempo libre para  visitar la localidad. No vamos como colegiales de excursión siguiendo al maestro y por mi costumbre de preparar concienzudamente los viajes, llevo mis planos de los lugares donde comeremos, dormiremos y que podremos explorar por nuestra cuenta, y en los que rodeo, entre monumentos y lugares pintorescos, los pubs que me interesa visitar. ¡Estamos en Irlanda!

Jardín de meditación en Dingle
El periodista viajero Javier Reverte, en su libro "Canta Irlanda" cuenta muchas anécdotas surgidas en las visitas a pubs de las zonas rurales, donde los lugareños se le acercan curiosos ante su interés en la isla: "¿Qué ha venido usted a hacer aquí, a pescar o a jugar al golf?". Tiemblo pensando que esto sea muy frecuente y mi conversación en inglés se ponga a prueba cada vez que me beba una cerveza. No será necesario, pues paseando por un jardín de Dingle, un fraile jubilado se une a nuestra conversación y aprovecha para practicar su perfecto castellano.

En Dingle

En esta localidad, algunos de sus pubs son a la vez tienda del pueblo, o siguen conservando esos elementos que los diferencian de la imagen de un pub victoriano. Buscando su recomendada cerveza local, visitamos algunos de ellos y el joven camarero del pub Currans nos la ofrece a probar gratuitamente. Son las tres de la tarde y el grupo sentado a nuestro lado bebiendo tranquilamente sus pintas de Guinness, aprovecha para intentar practicar su no tan perfecto español, del que terminaremos por olvidarnos,  dando pie a una afectuosa conversación. Son hombres y mujeres entrañables. Si en ese momento mis hijos recibieran un mensaje con el texto: "Viva la cerveza irlandesa", sabrían qué feliz se siente su madre. Pero el autobús y nuestros puntuales compañeros de viaje nos esperan.

Estas cervezas compartidas con la gente local me hacen sentir de verdad en Irlanda. Empezamos a ser persoanjes de esta película de grandes escenarios.

Acantilados de Moher

Los paisajes, ciudades y  pueblos se suceden: Limerick, Adare, castillo de Bunratty y su reconstrucción de un pueblo tradicional, acantilados de Moher, Parque Nacional de Burren... En las diversas paradas veo automoviles estacionados, paseantes entre las rocas y praderas que acaban en el mar. Imagino no tener un límite de tiempo y poder caminar libremente. Disponer de quince días o más, para recorre lo que veré en cuatro. No siento ansiedad por ello. Este es mi viaje. Mi compañero en la vida y en los viajes se deja conducir placidamente disfrutando de esta oportunidad que se le presenta y, hombro con hombro en el asiento del autobús, me transmite esa paz que también necesito.
 

En el Parque Nacional del Burren

Castillo Dunguaire, en la Bahía de Galway


Noche musical en Galway. Nuestra primera noche en Irlanda, sábado, decidimos acercarnos a Temple Bar en Dublín para ver ese ambiente definido por alguna guía de viajes como preparado para turistas ávidos de fiesta entre cervezas y música previsible. Lo pudimos comprobar. En nuestra vida familiar, la música tradicional irlándesa, ha sido, junto con otros estilos musicales, el acompañamiento de la lectura en muchas tardes de sábado y domingo, y la banda sonora de viajes y excursiones por nuestra región. No estábamos dispuestos a que el barullo ensordecedor, la megafonía estridente de un pub, fuese la experiencia musical que nos llevásemos de esta isla. La música en Irlanda no solo es Temple Bar y lo pudimos disfrutar en otras zonas de Dublín y en Galway.

En la iglesia de San Nicolás en Galway se celebraba una semana dedicada a la música tradicional irlándesa y pudimos asistir a una actuación magnífica de acordeón y gaita: calidad en los músicos, en la acústica, en la actitud de escucha del público. A continuación pasamos al Pub Taaffes siguiendo a Javier Reverte en su libro Canta Irlanda. Gran animación de público, como en todos los pubs de Galway en un martes por la noche. La gente habla alto, muy alto.

En Galway

De camino al hotel entramos en el bar del hotel Garvey´s donde, según nos comentó nuestro guía, podría haber una "session": los músicos quedan para tocar, se sientan entre las mesas del público, tocan, charlan y beben entre canción y canción, sin escenario ni micrófono y quien allí acude, suele hacerlo realmente para escuchar. Los músicos eran buenos y el ambiente de este bar muy tranquilo, alejado del  bullicio. Poder acompañar a una joven española, perdida tras llegar a esta ciudad a las 12 de la noche, como si fuésemos de Galway de toda la vida, iba convirtiéndonos en protagonistas de la película que estaba a punto de acabar.



En el P. N. de Connemara
En un solo día en Irlanda se pueden vivir las cuatro estaciones del año. A veces nuestro recorrido de autobús era una carrera contra las nubes amenazantes. A veces librábamos y llegábamos a nuestro destino cuando ya allí había dejado de llover, otras veces la lluvia nos recibe y cesa al poco rato; en Moher experimentamos una auténtica "shower", que nos obliga a refugiarnos, para al poco rato poder caminar... En nuestro último día disfrutamos de la presencia continua del arco iris, desde el comienzo de la jornada, de camino hacia el Parque Nacional de Connemara, hasta nuestro regreso a Dublín donde un gran arco iris nos recibe. Los Leprechauns han escondido sus calderos de oro al final el arco iris y nosotros nunca podremos alcanzarlos. Esquivos, muestran su luz ahora aquí, ahora allá.


Abadía de Kylemore en Connemara



Jardines en la abadía de Kylemore

Ruinas de la abadía de Cong
Nuestro guía Salvador, complice con nuestro disfrute del paisaje, va aumentando las paradas en los últimos días: quizás el paisaje  es cada vez más espectácular, quizás nos ve ansiosos por llevarnos más imágenes de un viaje cuya última visita es Cong, el Innisfree de "El hombre tranquilo".

El guía se convierte en una de las experiencias más importantes en este tipo de viajes. Salvador, extrovertido, se manifiesta tal cual es, se expone ante el grupo transmitiéndonos sus conocimientos de la historia del país y de los más variados temas: física, botánica..., a la vez que nos conduce con profesionalidad por estas angostas carreteras y en el último día, se ofrece a que le pidamos cuándo parar.

En O´Connell Street, ya en Dublin, nos despedimos de un grupo de personas discretas, con las que sin la necesidad de intimar, se han establecido afectos. Seguiremos conociendo Dublín, a la que dedicaremos dos días luminosos pero insuficientes para ver todo lo previsto. https://www.youtube.com/watch?v=4a6WErSWHHo .Y con la misma compañía viajaremos hasta La Calzada del Gigante, pasando por Belfast.

Calzada del Gigante

Calzada del Gigante

Las noticias de la radio, en el desayuno del primer día tras el regreso, me hacen salir de la burbuja en que nos refugiamos para salir de nuestra rutina. Una punzada en el estómago que aviva mi mala conciencia de turista cuyo gran dilema es si conducir por la izquierda o dejarse conducir en autobús, mientras Europa es atravesada por riadas humanas, hacinadas en estaciones de ferrocarril. Personas para las que si existen las fronteras.

Estas imágenes son mera frivolidad frente a las imágenes que están moviendo las conciencias de Europa. Y lo peor es que me sirvo de ello para acallar mi conciencia.

Hay que empezar a actuar.




Murales en el barrio católico de Belfast