sábado, 12 de septiembre de 2015

¿PUEDE INDICARME EL CAMINO A INNISFREE?

https://youtu.be/SJWlTSyXtE8

Junto a la abadía de Cong
Son muchas las maneras de llegar a Innisfree. Tras llegar a Irlanda puedes alquilar un coche y recorrer la isla por tu cuenta, puedes ponerte en manos de agencias de viajes que te propondrán un circuito encargándose de tu vuelo, hoteles, excursiones para recorrer la isla..., puedes contratar el vuelo, moverte en tren o autobús hasta diferentes localidades base (Dubín, Killarney, Galway...), en las que agencias locales te ofrecen tours, generalmente de un día, para conocer las diferentes zonas del país... Yo consulté las siguientes páginas para conocer distintas posibilidades de viaje:


Circuitos desde España:
http://www.logitravel.com/circuitos/irlanda-esencial-15970482.html
http://www.catai.es/destinos/viajes/irlanda.html

Tours desde Dublín:
http://irlandaenespanol.com/
http://www.newdublintours.com/es/tours-diarios/tour-gratis.html
http://www.movetodublin.com/ireland-day-tours/index.html
http://www.extremeireland.ie/

Desde Galway:
http://www.healytours.ie/
http://derostours.com/new/

Transportes públicos:
http://www.citylink.ie/
http://www.gobus.ie/
http://www.buseireann.ie/
http://www.irishrail.ie/

Pat Cohan´s Bar, uno de los escenarios de El hombre tranquilo
Disponíamos de poco tiempo. Queríamos conocer la isla pero nos centramos en Dublín, la Costa Oeste y en el Norte, La Calzada del Gigante. Desechamos la idea de alquilar un coche con el que conducir por el lado izquierdo de las estrechas carreteras de la costa, sin arcén y con un clima lluvioso. Necesitabamos descansar y eliminamos este posible factor de estrés. Optamos por una solución intermedia. Gestionamos nuestro viaje, visitamos Dublín por nuestra cuenta y nos pusimos en manos de la compañía Irlanda en español que nos ofrecía la posibilidad de hacer un tour de cuatro días recorriendo la Costa  Oeste desde Cobh hasta el fiordo de Killary, barrera natural entre el Condado de Galway y el Condado de Mayo, de camino hacia Cong, el InNisfree de "El hombre tranquilo", última visita de este tour. 

En la Península de Dingle, escenario de "La hija de Ryan"


Como Sean Thorton-John Wayne he regresado a Innisfree. Regreso físicamente. Durante dos meses he estado ya allí, a través de múltiples películas sobre Irlanda y su compleja historia, sus problemas sociales actuales, o en las que sus paisajes han servido de escenario a otras historias. Si este blog es un arma contra el olvido, celebro en este caso mi desmemoria, al volver a disfrutar como la primera vez, o incluso más, de "La hija de Ryan", "Mi pie izquierdo", "En el nombre del padre", "Barry Lyndon"...y tantas como he podido ver gracias a los fondos de la Biblioteca Pública.



Durante dos meses he estado ya allí a través de la literatura, y de entre todo lo leído, quiero destacar como recomendación a quien pueda interesarle, no solo por la historia de Irlanda, sino por la literatura en sí misma,  la obra de Jamie O´Neill titulada "Nadan dos chicos", una historia de amor, amistad, que refleja la sociedad y el conflicto histórico en torno al levantamiento de Pascua en 1916, magnificamente escrita y estructurada, uno de los libros que más me han gustado en tiempo.

Cobh

La ventana panorámica del autobús es una gran pantalla y, sentados en primera fila, se suceden los paisajes de una película más en la que falta la acción. Durante el primer día vamos haciendo diferentes paradas de camino a Cobh y a Glengarriff desde donde un barco nos permite acercarnos a la isla de Garinish y sus jardines, en la Bahía de Bantry.



En la isla jardin de Garinish

 
Lagos de Killarney desde Ladies View. (Anillo de Kerry)
El segundo día recorremos parte del anillo de Kerry y el anillo de Dingle, escenario de "La hija de Ryan". En las diferentes paradas disparo la cámara con rapidez intentando capturar gran cantidad de imágenes que compensen cuantas han ido quedando atrás y no he podido llevarme, pues en este viaje no está en mí el decidir cuándo  y dónde parar. Ingenuamente, y como si no tuviera experiencia anterior, creo que el resultado de la foto reflejará la grandiosidad de estos valles y costas, de tantos escenarios como iremos viendo a lo largo del viaje. El resultado visto en el ordenador es plano, impotente frente a la visión total del Gran Paisaje, abierto, amplio, profundo, donde no existen los cielos quemados, los fuertes contrastes de luces y sombras forman parte de la belleza, no hay necesidad de recortar aquello que no encaje en el encuadre perfecto, donde los compañeros de viaje forman parte de esas escenas que con un arreglo aquí y otro allá, una musiquilla de enlace y fondo se convertirán en un montaje "mono".

En esta segunda jornada paramos en Dingle con tiempo libre para  visitar la localidad. No vamos como colegiales de excursión siguiendo al maestro y por mi costumbre de preparar concienzudamente los viajes, llevo mis planos de los lugares donde comeremos, dormiremos y que podremos explorar por nuestra cuenta, y en los que rodeo, entre monumentos y lugares pintorescos, los pubs que me interesa visitar. ¡Estamos en Irlanda!

Jardín de meditación en Dingle
El periodista viajero Javier Reverte, en su libro "Canta Irlanda" cuenta muchas anécdotas surgidas en las visitas a pubs de las zonas rurales, donde los lugareños se le acercan curiosos ante su interés en la isla: "¿Qué ha venido usted a hacer aquí, a pescar o a jugar al golf?". Tiemblo pensando que esto sea muy frecuente y mi conversación en inglés se ponga a prueba cada vez que me beba una cerveza. No será necesario, pues paseando por un jardín de Dingle, un fraile jubilado se une a nuestra conversación y aprovecha para practicar su perfecto castellano.

En Dingle

En esta localidad, algunos de sus pubs son a la vez tienda del pueblo, o siguen conservando esos elementos que los diferencian de la imagen de un pub victoriano. Buscando su recomendada cerveza local, visitamos algunos de ellos y el joven camarero del pub Currans nos la ofrece a probar gratuitamente. Son las tres de la tarde y el grupo sentado a nuestro lado bebiendo tranquilamente sus pintas de Guinness, aprovecha para intentar practicar su no tan perfecto español, del que terminaremos por olvidarnos,  dando pie a una afectuosa conversación. Son hombres y mujeres entrañables. Si en ese momento mis hijos recibieran un mensaje con el texto: "Viva la cerveza irlandesa", sabrían qué feliz se siente su madre. Pero el autobús y nuestros puntuales compañeros de viaje nos esperan.

Estas cervezas compartidas con la gente local me hacen sentir de verdad en Irlanda. Empezamos a ser persoanjes de esta película de grandes escenarios.

Acantilados de Moher

Los paisajes, ciudades y  pueblos se suceden: Limerick, Adare, castillo de Bunratty y su reconstrucción de un pueblo tradicional, acantilados de Moher, Parque Nacional de Burren... En las diversas paradas veo automoviles estacionados, paseantes entre las rocas y praderas que acaban en el mar. Imagino no tener un límite de tiempo y poder caminar libremente. Disponer de quince días o más, para recorre lo que veré en cuatro. No siento ansiedad por ello. Este es mi viaje. Mi compañero en la vida y en los viajes se deja conducir placidamente disfrutando de esta oportunidad que se le presenta y, hombro con hombro en el asiento del autobús, me transmite esa paz que también necesito.
 

En el Parque Nacional del Burren

Castillo Dunguaire, en la Bahía de Galway


Noche musical en Galway. Nuestra primera noche en Irlanda, sábado, decidimos acercarnos a Temple Bar en Dublín para ver ese ambiente definido por alguna guía de viajes como preparado para turistas ávidos de fiesta entre cervezas y música previsible. Lo pudimos comprobar. En nuestra vida familiar, la música tradicional irlándesa, ha sido, junto con otros estilos musicales, el acompañamiento de la lectura en muchas tardes de sábado y domingo, y la banda sonora de viajes y excursiones por nuestra región. No estábamos dispuestos a que el barullo ensordecedor, la megafonía estridente de un pub, fuese la experiencia musical que nos llevásemos de esta isla. La música en Irlanda no solo es Temple Bar y lo pudimos disfrutar en otras zonas de Dublín y en Galway.

En la iglesia de San Nicolás en Galway se celebraba una semana dedicada a la música tradicional irlándesa y pudimos asistir a una actuación magnífica de acordeón y gaita: calidad en los músicos, en la acústica, en la actitud de escucha del público. A continuación pasamos al Pub Taaffes siguiendo a Javier Reverte en su libro Canta Irlanda. Gran animación de público, como en todos los pubs de Galway en un martes por la noche. La gente habla alto, muy alto.

En Galway

De camino al hotel entramos en el bar del hotel Garvey´s donde, según nos comentó nuestro guía, podría haber una "session": los músicos quedan para tocar, se sientan entre las mesas del público, tocan, charlan y beben entre canción y canción, sin escenario ni micrófono y quien allí acude, suele hacerlo realmente para escuchar. Los músicos eran buenos y el ambiente de este bar muy tranquilo, alejado del  bullicio. Poder acompañar a una joven española, perdida tras llegar a esta ciudad a las 12 de la noche, como si fuésemos de Galway de toda la vida, iba convirtiéndonos en protagonistas de la película que estaba a punto de acabar.



En el P. N. de Connemara
En un solo día en Irlanda se pueden vivir las cuatro estaciones del año. A veces nuestro recorrido de autobús era una carrera contra las nubes amenazantes. A veces librábamos y llegábamos a nuestro destino cuando ya allí había dejado de llover, otras veces la lluvia nos recibe y cesa al poco rato; en Moher experimentamos una auténtica "shower", que nos obliga a refugiarnos, para al poco rato poder caminar... En nuestro último día disfrutamos de la presencia continua del arco iris, desde el comienzo de la jornada, de camino hacia el Parque Nacional de Connemara, hasta nuestro regreso a Dublín donde un gran arco iris nos recibe. Los Leprechauns han escondido sus calderos de oro al final el arco iris y nosotros nunca podremos alcanzarlos. Esquivos, muestran su luz ahora aquí, ahora allá.


Abadía de Kylemore en Connemara



Jardines en la abadía de Kylemore

Ruinas de la abadía de Cong
Nuestro guía Salvador, complice con nuestro disfrute del paisaje, va aumentando las paradas en los últimos días: quizás el paisaje  es cada vez más espectácular, quizás nos ve ansiosos por llevarnos más imágenes de un viaje cuya última visita es Cong, el Innisfree de "El hombre tranquilo".

El guía se convierte en una de las experiencias más importantes en este tipo de viajes. Salvador, extrovertido, se manifiesta tal cual es, se expone ante el grupo transmitiéndonos sus conocimientos de la historia del país y de los más variados temas: física, botánica..., a la vez que nos conduce con profesionalidad por estas angostas carreteras y en el último día, se ofrece a que le pidamos cuándo parar.

En O´Connell Street, ya en Dublin, nos despedimos de un grupo de personas discretas, con las que sin la necesidad de intimar, se han establecido afectos. Seguiremos conociendo Dublín, a la que dedicaremos dos días luminosos pero insuficientes para ver todo lo previsto. https://www.youtube.com/watch?v=4a6WErSWHHo .Y con la misma compañía viajaremos hasta La Calzada del Gigante, pasando por Belfast.

Calzada del Gigante

Calzada del Gigante

Las noticias de la radio, en el desayuno del primer día tras el regreso, me hacen salir de la burbuja en que nos refugiamos para salir de nuestra rutina. Una punzada en el estómago que aviva mi mala conciencia de turista cuyo gran dilema es si conducir por la izquierda o dejarse conducir en autobús, mientras Europa es atravesada por riadas humanas, hacinadas en estaciones de ferrocarril. Personas para las que si existen las fronteras.

Estas imágenes son mera frivolidad frente a las imágenes que están moviendo las conciencias de Europa. Y lo peor es que me sirvo de ello para acallar mi conciencia.

Hay que empezar a actuar.




Murales en el barrio católico de Belfast






jueves, 23 de abril de 2015

PASEO HISTÓRICO POR EL ALENTEJO (PORTUGAL)

https://youtu.be/gByV_i4A76w

Viñedos en Reguengos de Monsaraz
Me hubiera gustado empezar este montaje fotográfico con la imagen de una de esas numerosas puertas del campo que en nuestro recorrido por este agrícola Alentejo Central dejábamos a nuestro paso. Sencillas, encaladas, ribeteadas en azul y ocre, en algún caso decoradas con azulejos.  Otras más ostentosas, altas y rematadas por piedra barrocamente trabajada, anunciando el poder de la heredad allí salvaguardada. Si de todo viaje vuelvo con una imagen perdida, en este caso son estas puertas del campo no capturadas por despiste, porque el arcén era muy estrecho o el tráfico intenso. Más allá de ellas, un campo de trigales, alcornocales y viñedos que imaginaba y añoraba por haber visitado dos veces la vecina Extremadura y que hemos elegido esta Semana Santa, el momento de explendor de las dehesas, alfombradas de flores.

Dehesa de alcornoques
Este paisaje del Alentejo nos reserva la sorpresa de sus pueblos y ciudades encaramadas en lo alto de cerros coronados por murallas y castillos. Es ahora en primavera cuando podemos recorrerlo, algo que en unas vacaciones de verano nos resultaría impensable hacer por estas latitudes del sur.

Al preparar esta corta ruta en torno a la ciudad de Évora, de la que poco sabía, más allá de su famosa Capilla de los Huesos y de su Templo de Diana, o de nombres sonoros como Elvas, Estremoz, Monsaraz..., me he visto en la necesidad de consultar la historia de Portugal, historia tan próxima y a veces desconocida.

Sus museos, el arqueológico de Elvas, Évora..., guardan restos de esa historia cuya fase más antigua se remonta al inicio del Neolítico en esta región (hace cerca de 7000 años).

Cromlech de los Almendres
Es en plena naturaleza, rodeados de bosques de alcornoques, a pocos kilómetros de Évora donde disfrutamos de esa huella Neolítica visitando el recinto de los Almendres, el mayor monumento megalítico de la Península Ibérica, cromlech formado por una centena de monolitos, el menhir aislado en el mismo monte o el Anta grande de Zambujero, dolmen que alcanza los 6 metros de altura, algo deteriorado tras una intervención en el montículo de tierra y piedras que lo ocultaba originalmente.

Menhir en los Almendres


Solo en Évora se conocen una decena de recintos megalíticos, propios de la cultura de cazadores- recolectores del Neolítico que tuvo en el Alentejo, confluencia de las cuencas hidrográficas del Tajo, Sado y Guadiana una gran desarrollo. En Aldea da Serra se encuentra la Anta de Candieira y cerca de Monsaraz el menhir de Oureiro de 6 metros de altura. Algunos de esos recintos, como el Anta de San Brissos, fueron convertidos en capillas cristianas.

He necesitado conocer los diversos enfrentamientos entre Portugal- surgido como reino independiente en el transcurso de la Reconquista - y sus vecinos enemigos, unas veces los árabes, otras los reyes castellanos, otras la monarquía española de los Austrias o los ejércitos de Napoleón, para entender este paisaje.

Templo de Diana. Évora
La mayoría de los núcleos de esta zona parten de un primitivo asentamiento celta sobre el que se impone la conquista romana, origen de sus castillos. Es en Évora donde mejores restos de la época romana encontramos: el Templo de Diana, parte de la muralla original, puertas de entrada a la antigua ciudad, termas...Sobre los escasos restos visigodos se suma la gran huella árabe que desde la musulmana Badajoz sometía esta zona. Se conservan restos en la muralla y castillo de Elvas y Évora. Aquí, en la calle de la mouraría residía la población árabe que detentaba el poder. En lo que se conoce como Arrabal vivía la población árabe más humilde. Otra zona de la actual ciudad corresponde a la antigua judería.





La presencia árabe en esta zona se siente paseando por sus pueblos: casas encaladas, bajas, de altas chimeneas, calles estrechas, remates curvos en tapias y fachadas, capillas rematadas en medias cúpulas como las encontradas en Monsaraz y Evoramonte. También en su gastronomía, destacando la repostería.



Con la creación del Reino de Portugal, D. Alfonso Enriquez, primer rey de Portugal, de quien tuve conocimiento en nuestro viaje a Guimaraes, cuna del nacionalismo portugués, acompañado del caudillo Gerardo Sem Pavor, impulsó la Reconquista, siendo estos territorios en litigio ora de unos, ora de otros, hasta ser definitivamente reconquistados en  torno a 1220.

Interior del recinto amurallado de Elvas
Conseguida su reconquista, estos castillos serían inmediatamente reconstruídos, reforzadas sus defensas con nuevas torres y matacanes, pues las amenazas seguían latentes más allá de la frontera. Destaca por su conservación el castillo medieval de Elvas. En muchos pueblos  las murallas, siguiendo el contorno del cerro donde se hallan, encierran sus antiguos núcleos: a veces solo una calle, la rua Direita, o dos, que llevan desde la puerta de entrada hasta el castillo. No falta en ellos la iglesia o las iglesias, que junto con el castillo destacan en la distancia. Esta estructura la encontramos en la parte antigua de Vila Viçosa, Montsaraz, Evoramonte...




Muralla de Elvas

Monsaraz

Interior del recinto amurallado de Monsaraz


Muralla de Evoramonte



Interior del recinto amurallado de Evoramonte

Desde el castillo de Monsaraz

Dicen que MONSARAZ es el pueblo más bonito del Alentejo o incluso de Portugal. fue donado a la orden del Temple por Sancho II quien reconquistó estas tierras con ayuda de esta orden militar, cuyo papel en la Reconquista le reportó villas y tierras. Al entrar en esta villa leo en un panel informativo que por su apoyo a la causa absolutista Miguelista en la guerra civil de 1828 a 1834, perdió su condición de sede de concejo, pasando esta a Reguengos de Monsaraz. Desconocía, como tantas cosas, esta guerra civil y en este caso, es al volver del viaje, cuando consulto de nuevo la Wikipedia para informarme sobre este conflicto entre liberales y absolutistas, similar a los que vivió españa en el siglo  XIX.


Arquitectura típica en Monsaraz

La situación de Monsaraz encaramada sobre el pantano de Alquera, el mayor de Europa, es espectácular. El pueblo está preparado para recibir multitud de visitantes. Las numerosas plazas de estacionamiento a distintas alturas, antes de entrar en este pueblo peatonal, dan idea de la afluencia turística que puede soportar y, si bien cuando nosotroslo visitamos el aparcamiento no esta lleno, puedo imaginar una visita mucho más placentera en otro momento del año. Es Semana Santa y los turistas no nos organizamos para hacer la foto. Por el contrario,  agotamos la batería en espera de que quede libre ese fotogénico rincón que llevarnos a casa.



 

EVORAMONTE tiene la misma estructura. Siguiendo diferentes carreteras hemos rodeado esta población inconfundible por la silueta de su castillo. Desde el cerro se divisa un mar verdoso de dehesas.



El castillo de Evoramonte es el más original que hemos encontrado en este viaje. Aquí no se conserva el medieval construído cuando Gerardo Sem Pavor conquista esta plaza y reconstruído luego por Dom Dinis tras su reconquista, sino que nos hayamos ante un castillo de estilo renancentista italiano. Tiene planta cuadrangular con cuatro torres circulares en las esquinas y, a pesar de estar diseñado para hacer frente a los avances de la pirobalística, se nos presenta adornado por cordones y lazos manuelinos como si de un bonito presente se tratara. 


En su interior hay tres pisos que se sujetan cada uno por cuatro pilares con techos de crucería gótica. Su belleza a la luz de la tarde, momento en que lo visitamos, se vuelve siniestra cuando lo contemplo desde su cara en sombra y me hace evocar "El desierto de los Tártaros" de Dino Buzzati o "El castillo de Kafka", parábolas de la impotencia del individuo frente a cualquier poder absolutista.

La guerra civil del XIX vuelve a aparecer en este viaje, pues fue aquí en Evoramonte, donde se firmó la capitulación que ponía fin al enfrentamiento entre liberales y miguelistas de 1832 a 1834.


Castillo de Terena
A medio camino de la línea defensiva entre Monsaraz y Evoramonte se encuentra TERENA. Estas tierras fueron siempre objetivo apetecido de Castilla que en muchas ocasiones intentó su posesión. Aquella costumbre de emparentar con las monarquías vecinas y la prodigalidad con la que se hacían los hijos, legítimos e ilegítimos al sentir de la época, las ambiciones de la nobleza apoyando a una causa u otra según sus intereses, provocaron que entre 1383 y 1385, la crisis sucesoria al trono de Portugal acabase en una guerra civil en un principio, y contra Juan I de Castilla posteriormente. De aquella crisis nacería una nueva dinastía en Portugal, la dinastía de Avís con Joao I como primer monarca, y el origen de la alianza luso británica al que habían de recurrir los portugueses en siglos posteriores.


Tras esta crisis sucesoria Joao I cedió el señorío de Terena a la orden de Avís que le había apoyado a la hora de hacer valer sus derechos a la corona. Hay autores que fechan la construcción del castillo en este momento frente a quienes lo sitúan en el reinado de Dom Dinis. Este castillo, situado en el extremo de esta alargada población no fue reforzado como lo sería el de Monsaraz y Evoramonte, sufriendo además diversos daños a lo largo de la guerra de Restauración portuguesa y del terremoto de 1775.

Pese a su aparente abandono se muestra sólido y por ser menos publicitado, o porque  la hora en que lo visitamos se presta a una larga tertulia tras una comida alentejana,  lo podemos recorrer solos, recordando los paisajes sorianos que se divisan desde Gormaz. Solos recorremos las calles de Terena y  aquí o en Aldea da Serra  las ancianas salen confiadas, cómodas,  a los umbrales de sus casas, sorprendidas por unos pasos inesperados en un día festivo.


Arraiolos a los pies del castillo
 
En ARRAIOLOS nos encontramos otro castillo construído también en época de Dom Dinis. Destaca la muralla circular que rodea el cerro en el que actualmente se conserva unicamente la iglesia del Salvador, pues parece que el clima ventoso y frío de esa colina no facilitaba la vivienda y hoy la blanca ciudad se extiende a sus pies. Al entrar en la población un caretel dice en portugués: Arraiolos, ciudad blanca por tapices coloreada. Hemos podido admirar estas alfombras portuguesas en el palacio de Vila Viçosa y en el palacio de los Duques de Cadaval de Évora.

Interior de la muralla. Arraiolos
Exterior del recinto amurallado


Torre del Homenaje, castillo de Estremoz

Ya voy nombrando a Dom Dinis en varias ocasiones y es en Estremoz donde se convertirá en protagonista de nuestra visita. De todos los reyes que me encuentro en este paseo histórico es Dom Dinis (1261 - 1325) mi monarca preferido, un rey amante de la paz, hábil negociador con Castilla y Roma. Promulgó el núcleo de la legislación civil y criminal portuguesa protegiendo a las clases bajas de los abusos, construyó castillos, nuevas ciudades, mejoró la vida de los más desfavorecidos, impulsó todo tipo de infraestructuras en el país: mineras, agrícolas, comerciales, escribió sobre los más variados temas, destacando su produción lírica y, además, estuvo casado con una reina santa: Isabel de Aragón, Santa Isabel de Portugal.


Almenas en marmol
En ESTREMOZ Dom Dinis mandó construir un castillo para su mujer la reina Isabel, hoy día reconvertido en Pousada. Podemos acceder a su Torre del Homenaje, en marmol,  recientemente restaurada, abierta en Domingo de Pascua, día en que Estremoz y la región parecen haberse parado: cerrados sus museos donde hubiéramos podido disfrutar su famosa cerámica, cerrada la oificina de turismo, cerradas las tiendas donde comprar figuritas de barro coloreadas, cerrado el castillo de Evoramonte que sabiamente visitamos el sábado... Se celebra la Pascua. Imagino que este día tiene que tener una fuerte raigambre en la cultura portuguesa. Quizá es mi perspectiva de turista impertinente la que antepone la necesidad de que todo haya de estar dispuesto a tal fin o el hecho de venir de un país dispuesto a una mayor explotación de su potencial turístico.

Pavimento en marmol. Estremoz
El marmol de Estremoz está presente en toda la ciudad blanca, desde el pavimento hasta esta acrópolis donde se juntan palacio, castillo e iglesia, cal blanca y marmol rosado, un pequeño Rivendel si no fuera por los coches aparcados a la puerta del castillo.

Marmol en los capiteles del templo romano de Diana de Évora, en los apóstoles del pórtico y en la capilla mayor de su catedral, en el claustro de su universidad, en columnas de numerosas iglesias y en la grandiosa fachada renacentista del Palacio de Braganza en Vila Viçosa.



Capiteles Templo de Diana

Apóstoles en la catedral de Évora
Catedral de Évora
Claustro Universidad de Évora
Nuestra Señora de la Concepción Vila Viçosa
Palacio duques de Braganza Vila Viçosa

Vamos avanzando en la historia: 1501 año en que el cuarto duque de Braganza inicia la construción del palacio de VILA VIÇOSA. Llegamos a la visita guíada que nos permite recorrer el palacio acompañados de un guía, no de una audioguía. Se nos van mostrando las dependencias de este exquisito palacio donde se instaló la que sería última dinastía de Portugal.

Baluarte en el recinto de Elvas
Nuevo cambio de dinastía y nuevo conflicto, ya no con Castilla, sino con España. Tras la muerte en 1578 de Dom Sebastián sin descendencia, se habría una nueva crisis sucesoria que acabó con la llegada del rey Felipe II al trono en 1580, haciendo valer los derechos que le otorgaba su matrimonio con una princesa portuguesa, derechos que las tropas del duque de Alba se encargaron de defender. Los sucesivos monarcas españoles incumplieron los compromisos contraídos, beneficiando a nobles españoles o a sectores de la nobleza portuguesa, cargando de impuestos al pueblo, imponiendo una política represiva  que iba generando un malestar creciente y que estalló cuando en 1640 el Duque de Braganza se negó a enviar tropas con las que apoyar el conflicto que la corte española mantenía en Cataluña. Portugal se independizaba de España y el duque de Braganza subía al trono como Joao IV.

Fuerte de Santa Luzia visto desde la ciudad


Ante las contínuas transformaciones en la estrategia y el armamento militar, los enfrentamientos del siglo XVII llevarían a dotar a las ciudades de sistemas defensivos, que habían de servir en los conflictos con españa durante la guerra de Sucesión y posteriormente con Francia.



Puerta de entrada al recinto abaluartado de Elvas
La muralla de Évora, Estremoz, nos muestran ese ideal de ideal de ciudad portuguesa que concilia la  parte antigua y la parte nueva, pero es ELVAS  la ciudad en la que las construcciones militares de carácter defensivo que hemos ido recorriendo a lo largo de este paseo histórico, llegan a su máxima expresión. Se trata del conjunto de fortificaciones abaluartadas mayor del mundo y por el que ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad. Este amurallamiento abaluartado incluye tres murallas medievales, la muralla del siglo XVII, dos fuertes de los siglos XVII y XVIII fuera de la ciudad, además de tres fortines del XIX. Este despliegue del ingenio militar es hoy un bello marco para estas ciudades, entornos ajardinados algunas veces, paseables por ciudadanos y visitantes: baluartes, fosos, revellines, casamatas..., impotentes ante las sutiles armas de esta Tercera Guerra  mundial que ya vivimos.

Fue en la visita al palacio de Braganza en Vila Viçosa cuando me informé del fin de esta monarquía portuguesa tan presente en este viaje: alí se nos van mostrando las pinturas realizadas por el último rey Portugués, Manuel II, el cual marchó al exilio en 1910 cuando el sabio pueblo portugués proclamó la República.
Acueducto de Amoreiras. Elvas

He llegado a los comienzos del siglo XX y el lector atento que pacientemente me haya seguido en este viaje, habrá echado en falta una mayor alusión a esa parte de la Edad Moderna portuguesa no ligada a batallas penínsulares, sino a las conquistas de ultramar y cuyos beneficios quedan reflejados en numerosos edificios civiles y religiosos en esta zona de los que destaco los acueductos de Amoreiras en Elvas, el de Plata del Agua en Évora y especialmente, el edificio de la Universidad de Évora, fundada en 1599, entregada a los Jesuítas después, cerrada en 1759, tras la expulsión de la orden y abierta nuevamente como universiddad pública desde 1973.



Acueducto de La Plata en el interior de la ciudad de Évora
Azulejo en un aula de la Universidad de évora

El navegador responde a nuestro programa llevándonos por carreteras solitarias. Hasta aquí llegan las ondas de nuestras emisoras de radio retransmitiéndonos la Semana Santa española  con afán alternativo acorde con el tono general de gracieta contínua, ji, ji, ji, ja, ja, ja, la despersonalización de los periodistas empeñados en imitarse unos a otros...¡Añorado Iñaki Gabilondo en las mañanas de la Ser o los Clásicos Populares de Radio Nacional viajando en las primeras horas de la tarde! A falta de la carpeta de música que preparé para inspirar el ánimo en vísperas de viaje, recurrimos a Loreena Mckennitt que siempre encaja en nuestros viajes: atardeceres en Touriñán, anocheceres en Gallocanta o soleadas dehesas en el Alentejo.

También la televisión portuguesa cambia de tono en estas fechas. Si cuando visitamos Guimaraes pudimos informarnos a fondo de las medidas contra la crisis, estas fechas son continuos los reportajes sobre ferias y mercados gastronómicos de Pascua o tradicionales procesiones. Y con curiosidad acudimos a la de Viernes Santo en Évora: vamos siguiendo el camino de velas que recorren las calles principales y esperamos la llegada en la rampa que se eleva frente a la iglesia en que tiene su llegada. La gente espera tranquila, sin ansiedades ni agobios, a diferencia de la procesión del Cristo Negro en Cáceres donde el miércoles a las nueve de la noche, señoras sentadas en sillas plegables hacían pasillo cogiendo sitio para una procesión que saldría a las doce, en la que el poder político, militar y religioso se daban la mano acompañados de sus señoras enmantilladas.

Va llegando esta procesión de Évora: grupo juvenil de tambores y cornetas con aire militar en su vestimenta seguido de los niños scouts uniformados. Es el componente militar de esta procesión. Siguen los fieles con sus velas, una cruz sencilla, fieles y fieles, dos imágenes de María, sencillas, como de cualquier pueblo de España, fieles y fieles, seguidos de las autoridades religiosas y de cuatro señores Templarios o Caballeros de Cristo, como Dom Dinis los reconvirtió para hacer frente a la disolución de esta orden por el Papa. Y al final, la banda de música. La pendiente  se llena de velas, la temperatura es suave, huelen las lilas a lo largo de toda la ciudad. En la calle de arriba un palacete de galerías renacentistas de estilo italiano. Podríamos estar en el sur de Italia. En este momento siento Portugal como un país Mediterráneo, de este lado del Mediterráneo, el lado de los que cuando lo cruzamos no lo hacemos jugándonos la vida.

Si esta procesión es sencilla no lo son los interiores de las iglesias que hemos podido visitar y de las que muestro simplemente  algunas fotos. Mi historia, mi propia historia empieza a reclamarme y en definitiva, todo está en la Red.

Iglesia de la Consolación. Elvas
Capilla de los Huesos. Évora


Claustro catedral de Évora

Iglesia dos Lois (San J. Evangelista) Évora

Iglesia en Terena

Interior del Convento- Hotel Sao Paulo

 Nos despedimos visitando el convento de Sao Paulo, entre Estremoz y Redondo, cerca de Aldea da Serra. Construído en 1182 por monjes eremitas es ahora un hotel que cuenta con una impresionante colección de azulejos presentes en todos sus recintos. Se nos facilita la visita y aquí, contemplando los bosques de la Sierra de Ossa, el aire calmado, una temperatura que amenaza tormenta, el sonido del agua en la fuente, un rebaño lejano y el canto de un pavo real solitario, decido guardar la cámara y dar por terminado el viaje.



Lunes de Pascua. Recta final del viaje: Rajoy pedirá el máximo apoyo, la máxima confianza a los suyos, Feijóo promete estar con él al 120%..., las relaciones con Marruecos, la lucha contra el yihadismo...¿Volverán los crucifijos a las aulas con la ley Wert? El hashtag de hoy es: "¿Cómo se oyen los pajaritos desde nuestra ventana?"

Llueve.