sábado, 6 de abril de 2013

PASEO POR LA ALPUJARRA ALMERIENSE

http://youtu.be/ck6H0CFBgSA

Hay viajes de los que uno sale fortalecido y otros en los que la presión que  rodea tu vida es tal, que la vivencia de las experiencias que el viaje te aporta se resiente de tu vulnerabilidad y, en algún momento, eres consciente de que tu propia carga de negativismo no te reporta toda la recompensa que el esfuerzo del viaje supone.

La actitud positiva con que emprendo cada cada viaje lleva en sí un alto porcentaje del éxito del mismo. Pero en este caso, he vuelto a estas tierras de Almería esperando poner fin a una situación de extorsión moral y económica. Creí que el viaje, mis planeadas rutas por pueblos y caminos, podrían ser vividos con el mismo ánimo que si esa sombra no existiese. Hay momentos en que la capacidad de disfrute no es la misma porque se ha roto tu armonía con el mundo.

En los momentos de desasosiego por estos caminos de la Alpujarra Almeriense he tenido presente el poema que el azar hizo que, una semana antes de viajar, apareciera en mi material de trabajo. Francisco Villaespesa, poeta nacido en Laujar de Andarax, pueblo en el que nos hospedamos decía:

HUMILDAD
Ten un poco de amor para las cosas:
para el musgo que calma tu fatiga,
para la fuente que tu sed mitiga,
para las piedras y para las rosas.

En todo encontrarás una calleja
virginal y un placer desconocido...
Ritma tu corazón con el latido
del corazón de la naturaleza.

Recibe como un santo sacramento
el perfume y la luz que te da el viento.
¡Quién sabe si su amor en él te envía
aquella que la vida ha transformado!

¡Y sé humilde y recuerda que algún día
te ha de cubrir la tierra que has pisado!

En muchas ocasiones la recompensa del viaje se valora en el regreso y, de entre las imágenes recogidas en la memoria y la cámara por los variados paisajes de  esta provincia, en días en que la luz del sol se mostraba vacilante, como mi ánimo, he realizado esta breve impresión de unas tierras que hubieran merecido otro momento de mi vida. Tras esta sincera introducción prometo que solo daré cuenta de  momentos en los que la belleza, sencilla, sorprendente a veces, me ha reportado el consuelo que ahora aprecio. Y si el montaje es breve, procuraré serlo en la descripción de nuestro recorrido.

Vega del Andaratx desde el mirador de Laujar
Nos hemos adentrado en la Alpujarra viniendo de la capital de Almería. Entramos en el valle del río Andarax, entre la sierra de Gádor y Sierra Nevada. Aparecen algunos invernaderos. No los volveremos a encontrar en este valle porque, como en Laujar nos dicen, el pueblo se opuso para conservar la belleza de una zona protegida y porque " a fin de cuentas de los invernaderos solo se benefician unos pocos".

Bayárcal
Desde Laujar, donde pasamos día y medio hemos recorrido la Alpujarra Alta dirigiéndonos al puerto de La Ragua. La huella morisca se conserva en los pueblos tendidos en la ladera de la montaña con sus estrechas calles y sus casas sencillas, encaladas, de techumbres planas en las que el techo de una sirve de patio a otra. El pasado árabe se siente igualmente en los cultivos en bancales de uva, olivo y almendros. Imagino la belleza de estas tierras durante la floración del almendro que aquí se produce tempranamente, en enero.

Iglesia de Laujar entre su caserío
Hemos parado en Paterna del Río y Bayárcal. Estos paisajes fueron escenario de la sangrienta Guerra de las Alpujarras y tras la derrota y expulsión de los moriscos en 1570, las villas quedaron prácticamente despobladas y repobladas posteriormente por gentes venidas de diferentes puntos de España.

Sobresalen en estos pueblos blancos espléndidas iglesias mudéjares y aunque la información de la que dispongo habla de restos árabes en uno u otro lado, no logro encontrarlos y algún vecino a quién pregunto me dice que "de aquello ya no queda naa". 

En el pueblo de La Ragua la nieve está presente y el frío rompe el tópico de este Sur siempre soleado y cálido.

Volvemos a Laujar por la A-337 pasando por Alcolea. En este atardecer se nos han cruzado un grupo de tres corzos y más adelante dos grupos de tres cabras montesas y este regalo nos compensa de las ruinas no encontradas y del temprano anochecer.

Camino de Alcolea
En la parte baja del valle aparecen unas formaciones llenas de color y esculpidas por la erosión, cuya composición desconozco con certeza y que supongo que serán margas arcillosas. Mi paciente compañero hace la parada necesaria para poderlas admirar y fotografiar, sorprendidos por estos colores que nos recuerdan a Islandia.

Hacia el  Almirez
En torno a Laujar existen varias posibilidades de recorrer senderos y acercarnos a los bosques, cultivos en bancales y fenómenos geológicos que han conformado este paisaje: Sendero de Monterrey, del Aguadero, de la Hidroeléctrica.. Además con el coche podemos acercarnos hasta El Mirador, desde contemplar toda la vega del Andaratx, con la Sierra de Gádor de frente y tras ella el mar de plásticos y el Mediterráneo. A nuestras espaldas el Pico Almirez en Sierra Nevada. Las pistas no tienen limitado su acceso y podemos circular sin problemas descubriendo este paisaje de montaña.

Ohanes
Saliendo de Laujar nos hemos dirigido hacia la Alpujarra Baja. Nuestra primera parada ha sido Ohanes cuya imagen compacta, vista desde la carretera frente a nosotros, nos deslumbra. Más adelante la carretera nos descubre paisajes magníficos donde se mezclan espectacularmente todos los colores de las arcillas y margas de esta zona baja. Al fondo se vislumbran las formaciones áridas del cercano desierto de Tabernas y hacia el sur, el Cabo de Gata.

Hemos decidido visitar Bentarique y Terque, pero antes paramos para admirar esta parte del valle donde se extienden extensos campos de naranjos rodeados por barrancos semi desérticos.
Campos de naranjos junto a  badlands

En la Alpujarra Baja
Y nuestra última parada, cuando el sol ya se ha ocultado tras las montañas es en Albolodui, que aparece en sombra tras los grandes peñones que lo resguardan.
Albolodui

De regreso se echa la noche y cinco rayones se cruzan en la carretera. Volvemos a sentir la misma satisfacción infantil.

Llegando a Laujar pasamos por Fondón, iluminado discretamente, con su iglesia destacando en la uniformidad de sus tejados, que no llegaré a conocer por no disponer de la dedicación lenta y tranquila que el viaje merece.

Cuando la primavera pasada dejé el Cabo de Gata, afirmaba que volvería allí. No ha sido así este año pues parece que en esta carrera contra el tiempo, buscamos nuevas rutas, nuevos paisajes, movidos por esta agitación interior que no queremos calmar. Y cada viaje va dejando un cúmulo de caminos por recorrer que vienen a alimentar el poso de la nostalgia.

Como en tantos regresos, las montañas se recortan en la noche y como tras tantas puestas de sol, en el coche suena Loreena Mckennitt, Gary Jules o John Denver. Quien me acompaña conduce tranquilo y callado y tengo la impresión de que aunque el destino cambia, siempre hacemos el mismo viaje.